Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

martes, 21 de febrero de 2012

"La poesía de Carlos Fenoll" por María Dolores García Selma


(Instituto de Estudios Alicantinos nº 39, 1983. Diputación de Alicante, pp 239-252-Arcivo de Paspar Peral Baeza).


Presentamos unos párrafos instructivos del análisis de la poesía de Carlos Fenoll por la profesora María Dolores García Selma, 1983, de cuyo texto entresaco algunos párrafos:

...........................................Texto.................
Carlos Fenoll es el poeta que se forja en el llamado «Grupo ae la tahona», en la Onihuela de Hernández y de Sijé, que empieza a consagrarse como tal al filo de la guerra en una empresa literaria llamada «Silbo» y que se debate entre el verso y el silencio desde la postguerra y hasta el final de su vida.

La huella que deja su contacto con los miembros de la Generación olecense de 1930 es profunda En su casa, en su tahona, empieza Carlos a vivir ta literatura, porque de viva voz se recitas, se narra, se representa. La literatura se mezcla con el chiste, con las coplas más populares, con el olor a pan recién salido del horno. Allí, las obras de los grandes maestros de la palabra se hermanan con los todavía vacilantes escritos de un grupo de jóvenes con inquietudes artísticas

Todo esto es historia, o divagaciones al filo de la historia, puestas ya de manifiesto en repetidas ocasiones. Las encontramos en algunos escritos de Fenoll, en los de sus amigos, en ias bioqrafías hernandianas. Al analizar su obra poética funcionarán como referente, como base de comprensión de sus contenidos Porque Orthuela, escenario de la juventud de poeta, constituye el único tiempo y el único espacio reales en la poesía de Carlos Fenoll.

Carlos Fenoll empieza a escribir y a publicar muy pronto hacia l 929 a los diecisiete añso. Hasta 1932 será, simplemente, un versificador. Su padre había había sido muy aficioando al trovo, y Carlos hereda su verbosidad, su facilidad de improvisación ...[...]


También ahora hay una justificación biográfica: la guerra, la posguerra. Su talento literario empieza a despuntar en la primavera de 1936. [...] Fenoll, junto con Gabriel Sijé y Jesús Poveda [Ramón Pérez Álvarez y la ayuda de Alfredo Serna, y colaboraciones de Hernández desde Madrid], fundan la revista «Silbo». Publica en ella sus primeros versos de valor. Entra en contacto a través de Hernández con los grandes poetas del momento -Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca...-, algunos de los cuales envían sus versos para la revista. Dos meses después estalla la guerra, «dispersando a los silbadores», según diría Fenoll años más tarde. Luego viene la movilización [con la República]: Madrid, Toledo... Finalizada la contienda, los amigos de las tertulias van desapareciendo: Poveda se exilia, Manuel Molina, incorporado al grupo desde 1932, se marcha a Alicante, Hernández muere en 1942 y Gabriel Sijé pocos años después, en el 46. Carlos Fenoll deja casi por completo de escribir.

Afirmar que Carlos Fenoll se vio impedido para seguir perfeccionando su decir poético puede parecer absurdo, pero hay algo de cierto en ello. Fenoil hizo depender su actividad literaria del entorno humano, de su grupo, de las tertulias. Al acabar la guerra ha perdido todo soporte, está solo. El mismo es consciente de su necesidad de estímulos externos: «Yo, solo, me desvío, desmayo en las sombras más vulgares -había escrito a Poveda desde el frente-. Soy pesimista e indolente por temperamento, y eso hace que busque, como una bestia herida, un rincón oscuro para esperar la muerte. En mi caso, la muerte de las posibilidades de expresar en letras mi sensibilidad o la hermosura que capta mi sensibilidad...». Además, en la Posguerra se ve obligado a emigrar: arruinado su negocio en Onihue, Carlos Fenoll se marcha a Barcelona con su familia. Allí buscan, entre otras cosas, lo que ha perdido en su pueblo: un ambiente literario para continuar su interrumpida labor literaria...[...]


Poca poesía escribirá ya desde 1952, cuando se sabe literariamente rechazado. Alguna vez aprovecha las cartas que envía a su amigos alicantinos para exteriorizar su nostalgia poética, sus frustraciones. la siguiente puede servir de ejemplo:

«Querido amigo Manolo
contesto en verso carta
no por alarde sino
por necesidad de mi alma,
que en el silencio que envuelvo
la intimidad do mi casa
cuando me pongo a escribirte
so encuentra impotente para
hilar y tejer la prosa
de la que vive tan harta
Di ¿cuándo ha sido la vida
tan fieramente prosaica?
Como reacción defensiva
contra su imperio -la Nausea-
ahora me apetece ser
íntimamente de plata
de hojas de brisa y cristal
sonando por mis palabras.
Al dulce ritmo del verso
se me hace como lejana
la voz de hierro del mundo
y mi corazón descansa.

(Carta Manuel Molina 25 de noviembre de 1968)

...[...]
Frustrada esta pretensión de inmortalidad, es decir, desde la consciencia de su no ser poético. Fenoll acude al poema casi exclusivamente como forma de reencuentro con su yo esencial. El poema será, a la vez que un lamento, que un acto nostálgico, un constatar que su sensibilidad sigue viva aunque latente. "La mujer alicantina", texto de 1942, recoge especialmente esta gran pregunta de Carlos Fenoll a la vez que oonsolida la idea de la escisión básica de la personalidad del poeta. Los contrastes regresan ahora en el seno del presente, dividen tajantemente al ser del estar: para Fenoll, la realidad física es mascara, hábito, mueca triste, intrascendencia y vulgaridad, mientras que la anímica, que ha quedado postergada a un rincón interior y relegada al olvido de todos, es «mundo» y «riqueza»:

«Mujer alicantina, en tu homenaje
te ofrezco mi riqueza:
además de un sencillo y negro traje
tengo un mundo transido de belleza...»...[...]


Concluye García Selma:

Tras rastrear brevemente los frutos de este testamento literario que es «Canto encadenado» se puede concluir que, efectivamente, Carlos nunca consiguió ese perseguido estado de gracia en la palabra, hacer dialogar su sensibilidad con la de los demás. Hasta el final de su vida mantuvo intacto el sueño de la palabra que debió concebir en las tertulias de la tahona, el proyecto y más tarde la renuncia a un tipo de poesía que él imaginaba exclusivamente como deleite estático comunicable. Fenol!, tal y como queda reflejado en «Canto encadenado», separó siempre los conceptos de vida y literatura. Para escribir creía necesitar únicamente la estética inherente a las cosas y el equilibrio anímico que le permitiera interpretarlas. La vida le niega el acceso a la palabra como plasmación de la belleza. Escribe entonces para manifestar su disconformidad, su desaliento o su angustia por un mundo perdido o nunca hallado, y entretanto cree abandonar su labor de creación emplazándola para mejor momento y a la vez renegando de cada uno de sus versos. Pero es en este desajuste donde se forja el verdadero poeta. Carlos Fenoll, obsesionado en su utopía, no pareció nunca darse cuenta de esta fusión. El mejor Fenoll es aquél que transporta su angustia de hombre al verso. Su estar sustituye como materia de arte a la belleza, se conmuta por el ser deseado. Fenoll se trasciende a sí mismo desde su trivialidad, al calor del horno, del amor, de la fe y de la añoranza de su tierra.


CONCLUSIONES
Fenoll tal y como se refleja con frecuencia en su poesía, separó siempre los conceptos de vida y literatura. Para escribir creía necesitar exclusivamente la estética inherente a la cosas y tiempo para instalarse en la contemplación y descubrir e interpretar esencias. La vida le niega el acceso a la palabra por estos cauces utópicos. Escribe entonces para manifestar su disconformidad ante el destino, su desaliento o su angustia por un mundo perdido o nunca hallado, y mientras se duele de ello cree abandonar su labor de creación, la emplaza para mejor momento y reniega de sus versos de servidumbre a la realidad. De este desajuste entre sueños literarios y fatigas materiales nace el verdadero poeta, aunque Carlos Fenoll nunca pareció darse cuenta de ello. El mejor Fenoll es aquel que transporta su angustia de hombre corriente al verso, el poeta que quiso ser y siente que no es, el que siente su vida encadenada. De su afán de paraísos apenas deja versos memorables, y en cambio sí muchos de la tristeza de no haberlos encontrado. También versos respetables de su vida trivial al calor del horno, del amor y de la fe con la que consuela su desencanto.