Carlos Fenoll, por Palmeral 2012

lunes, 30 de enero de 2012

AUTOBIOGRAFÍA DE CARLOS FENOLL

«Nací el 7 de agosto de 1912 [calle Arriba nº 5 de Orihuela]. Fui tan poco tiempo a la escuela que cuande dejé de frecuentarla —a los doce años ya vendía tortillas y panecillos por la calle— mis 'palotes' eran todavía una tropa sin orden ni concierto, en franca retirada. Aprendía a leer en los rótulos de las tiendas de la calle Mayor. Aquellas letrazas con artís¬ticos rabos y con fondo de sombra que parecía se salía n de la madera me obsesionaban. 'Oiga —le interpelaba al aburrido sombrerero cuando lo veía apoyado en el quicio de su puerta— ¿cómo se llama esa letra barriguda? ¿y esa que parece la luna llena? ¿ y aquélla con la cabecita en el aire?, etc.'. Lo que más me costó leer fue 'ultramarinos', y no digamos nada el comprender lo que quería decir.

Recuerdo perfectamente que, dominante sobre todas mis aficio¬nes infantiles, tenía la de copiar los titulares del «ABC», al que mi padre estaba suscrito. También estaba suscrito a una colección de obras de teatro, por la que vine en conocimiento del verso: «D. Alvaro o la fuerza del sino», «Noche de Reyes» y «D. Juan Tenorio» son las que ahora me cruzan la memoria. En las siestas me refugiaba en la habitación donde estaba el cajón de los libros y me pasaba toda la tarde enfrascado con aquellos rengloncitos cortos 'que sonaban unos con otros'. Luego me dediqué a hacer pliegos de aleluyas. En papeles de estrasa (sic) que cuadriculaba previamente dibujaba las viñetas y al pie de las mismas ponía los pareados consiguientes, ya de mi invención: «Nació D. Quintín el malo / con una pata de palo». De pequeño con su pata / a todo animal maltrata,/ etc. Después, más ambicioso, hice historietas para «Tebeos», que eran la admiración de mis íntimos [amigos], «el Chupón», «el Sapli», «el Canelo», «el Indio» y «el Barbacha» [apodo de Miguel Hernández].

Más tarde, en marcha ascendente, influido 'noblemente' por «Hernani» de Víctor Hugo, escribí mi primer drama. Tendría una extensión como de dos cuartillas de estas y constaba de... ¡cinco actos! Imposible condensar tanta sangre, dolor, lágrimas y gritos histéricos en menor espacio. Lo representamos un domingo en la tarde en el corral de mi casa. Con un puñado de gramizas hicimos la hoguera donde finalmente moría no sé qué mártir, y entre los gritos, los ayes y el humo, mis padres y algunos vecinos que dormían la siesta, se levantaron con un susto de muerte, creyendo que ardía la casa entera. Ya te puedes figurar que el verdadero drama se desenlazó en mis costillas y mi ins¬pirado 'coco', porque mi generosa madre no le dio importancia al real que había costado aquella escoba nuevecita, tan hermosa... Y como sabes que la letra con sangre entra, con la sangre de aquellos escobazos se me infeccionaron las letras, es decir, tomaron virulencia, hasta caer en poeta crónico.
A los quince o dieciséis años —por el 28 ó 29— publiqué mi primera poesía en «Actualidad»; y a partir de entonces, casi ininte-rrumpidamente mandaba todas las semanas cosas a este periódico y al de la Federación Católica «El Pueblo», hasta fundar yo, conjunta¬mente con unos amigos —entre ellos Miguel y Poveda— una revistita quincenal titulada «Destellos», que murió con todos los honores —un número extraordinario— al cabo de cinco o seis meses de existencia, un récord en aquellos tiempos. Después Ramón Sijé fundó «Voluntad», en la que colaboramos, naturalmente, los mismos ruise¬ñores. Todo esto por allá el año 1930-31-32 y 33... Tras de esta revis¬ta funda también Sijé «El Gallo Crisis». Estamos luego sin periódico local —muerto Sijé y Miguel viviendo en Madrid— casi dos años, hasta que fundo yo «Silbo», cuyo primer número sale el mes de junio del 36, y el segundo —con el que fenece por causa de la guerra— el día 1 de julio del mismo año. En este segundo y último número dio a la luz pública su primer trabajo Gabriel Sijé: un poema en prosa... No poseo el librito tripartito, pero sí los poemas que en él publiqué; gracias a que un amigo recopiló toda mi obra en un libro manual y me lo mandó como regalo en un cumpleaños...»
(Barcelona, 7 de diciembre de 1954)


(Carta a Manuel Molina, publicada en “Canto encadenado”1978, pp21-23)